La compra de entradas para el Mundial por 12 millones de rands (1,6 millones de dólares) por parte de los ejecutivos de la compañía estatal de electricidad Eskom fue probablemente la causa para que Sudáfrica quedara al borde de la oscuridad.
El escándalo por los tickets fue para los sindicatos una nueva prueba de la mentalidad en el grupo energético estatal, donde los ejecutivos autorizan bonificaciones millonarias y salarios impresionantes para ellos.
Por eso no debería llamar la atención que los empleados estuvieran decididos a recurrir a la huelga y amenazaran con apagones en todo el país. Finalmente parece que la compañía cedió y accedió a aumentar significativamente los sueldos.
A la empresa pública, altamente endeudada, se le sumarían así grandes costos que finalmente deben ser financiados por los contribuyentes.
"Si Eskom tuviera que pagar más quebraría", admitió el sindicalista Zwelinzima Vavi. Pero a los sudafricanos les esperan otras sorpresas no demasiado agradables, que se suman a las divisiones sociales y raciales del país.
Tras la euforia de las semanas del Mundial esto podría ser especialmente doloroso. No fueron los "Bafana Bafana", los futbolistas de la selección nacional, los que le regalaron a Sudáfrica su propio cuento de hadas en el Mundial, pero sí la celebración del torneo y todo lo que implicó.
"Casi no reconocemos nuestro propio país", dijo asombrado el comentarista de la cadena televisiva E-News. Las ciudades fueron más seguras que nunca y la policía y la justicia intervinieron con dureza para evitar incidentes.
Los alegres festejos y los tonos conciliadores desplazaron a los disturbios sociales y las huelgas. Finalmente los sudafricanos echarán de menos los logros alcanzados. "Los alucinógenos del Mundial sólo pueden tener un efecto de corto plazo", escribió "Mail & Garden".
De todas formas, el Mundial mostró "que el gobierno puede cuando quiere". Sudáfrica vivió una nueva realidad: "Hace 20 años que no viajaba en el tren. El sábado me animé nuevamente", dice sonriente la maestra Anna Ferguson en Ciudad del Cabo, en el Fan-Park donde vio el partido por el tercer puesto entre Alemania y Uruguay junto a cientos de hinchas.
En las estaciones y en los trenes había muchos oficiales de seguridad, lo que le resultó "muy tranquilizante" a la mujer de 51 años. ¿Se animaría a viajar nuevamente en el tren de cercanías tras el Mundial? "Quizás", dice, pero sus dudas son notorias.
Muchos blancos evitan utilizar taxis colectivos o trenes locales por seguridad. Durante el Mundial esto fue diferente. La opinión pública también reaccionó sorprendida ante el accionar de la Justicia.
Los tribunales de urgencia del Mundial juzgaron en general con rapidez los cerca de 120 casos.
En muchas ocasiones, los jueces, fiscales y los asistentes del tribunal no tenían nada que hacer. Normalmente las cortes sudafricanas están sobrecargadas, con 1,4 millones de casos por año.
Muchos juicios se extienden interminablemente. "Si las condiciones fueran la mitad de buenas que durante el Mundial, la lucha contra la delincuencia sería mucho más fácil, la gente estaría más rápido tras las rejas", consideró uno de los jueces de los tribunales de urgencia.
El magistrado consideró que si tras el Mundial se producen hechos de violencia xenófoba, como muchos temen, los tribunales de urgencia serían "simplemente ideales". El Estado tuvo una importante victoria durante el período del Mundial después de siete meses de proceso judicial.
El ex jefe policial Jackie Selebi fue encontrado culpable de corrupción. Muchos creen que debe fortalecerse la lucha contra la corrupción en el país. La jefa de la oposición Helen Zille, primera ministra de la provincia de Cabo Occidental, demandó nuevas investigaciones, principalmente contra el partido de gobierno ANC.
"Este es el tiempo para que los líderes políticos del ANC (...) respondan finalmente las preguntas sobre corrupción, inclusive el propio presidente Jacob Zuma".
El escándalo por los tickets fue para los sindicatos una nueva prueba de la mentalidad en el grupo energético estatal, donde los ejecutivos autorizan bonificaciones millonarias y salarios impresionantes para ellos.
Por eso no debería llamar la atención que los empleados estuvieran decididos a recurrir a la huelga y amenazaran con apagones en todo el país. Finalmente parece que la compañía cedió y accedió a aumentar significativamente los sueldos.
A la empresa pública, altamente endeudada, se le sumarían así grandes costos que finalmente deben ser financiados por los contribuyentes.
"Si Eskom tuviera que pagar más quebraría", admitió el sindicalista Zwelinzima Vavi. Pero a los sudafricanos les esperan otras sorpresas no demasiado agradables, que se suman a las divisiones sociales y raciales del país.
Tras la euforia de las semanas del Mundial esto podría ser especialmente doloroso. No fueron los "Bafana Bafana", los futbolistas de la selección nacional, los que le regalaron a Sudáfrica su propio cuento de hadas en el Mundial, pero sí la celebración del torneo y todo lo que implicó.
"Casi no reconocemos nuestro propio país", dijo asombrado el comentarista de la cadena televisiva E-News. Las ciudades fueron más seguras que nunca y la policía y la justicia intervinieron con dureza para evitar incidentes.
Los alegres festejos y los tonos conciliadores desplazaron a los disturbios sociales y las huelgas. Finalmente los sudafricanos echarán de menos los logros alcanzados. "Los alucinógenos del Mundial sólo pueden tener un efecto de corto plazo", escribió "Mail & Garden".
De todas formas, el Mundial mostró "que el gobierno puede cuando quiere". Sudáfrica vivió una nueva realidad: "Hace 20 años que no viajaba en el tren. El sábado me animé nuevamente", dice sonriente la maestra Anna Ferguson en Ciudad del Cabo, en el Fan-Park donde vio el partido por el tercer puesto entre Alemania y Uruguay junto a cientos de hinchas.
En las estaciones y en los trenes había muchos oficiales de seguridad, lo que le resultó "muy tranquilizante" a la mujer de 51 años. ¿Se animaría a viajar nuevamente en el tren de cercanías tras el Mundial? "Quizás", dice, pero sus dudas son notorias.
Muchos blancos evitan utilizar taxis colectivos o trenes locales por seguridad. Durante el Mundial esto fue diferente. La opinión pública también reaccionó sorprendida ante el accionar de la Justicia.
Los tribunales de urgencia del Mundial juzgaron en general con rapidez los cerca de 120 casos.
En muchas ocasiones, los jueces, fiscales y los asistentes del tribunal no tenían nada que hacer. Normalmente las cortes sudafricanas están sobrecargadas, con 1,4 millones de casos por año.
Muchos juicios se extienden interminablemente. "Si las condiciones fueran la mitad de buenas que durante el Mundial, la lucha contra la delincuencia sería mucho más fácil, la gente estaría más rápido tras las rejas", consideró uno de los jueces de los tribunales de urgencia.
El magistrado consideró que si tras el Mundial se producen hechos de violencia xenófoba, como muchos temen, los tribunales de urgencia serían "simplemente ideales". El Estado tuvo una importante victoria durante el período del Mundial después de siete meses de proceso judicial.
El ex jefe policial Jackie Selebi fue encontrado culpable de corrupción. Muchos creen que debe fortalecerse la lucha contra la corrupción en el país. La jefa de la oposición Helen Zille, primera ministra de la provincia de Cabo Occidental, demandó nuevas investigaciones, principalmente contra el partido de gobierno ANC.
"Este es el tiempo para que los líderes políticos del ANC (...) respondan finalmente las preguntas sobre corrupción, inclusive el propio presidente Jacob Zuma".
